martes, 18 de septiembre de 2007

Un grito del sentir de los desposeídos, que plasma Miguel Hernandez


CANCION ULTIMA -

JOAN MANUEL SERRAT/MIGUEL HERNANDEZ - CANCION ULTIMA -

Pintada, no vacía: pintada esta mi casa
del color de las grandes pasiones y desgracias.
Regresar�
del llanto adonde fue llevada
con su desierta mesa,
con su ruinosa cama.
Florecerán los besos sobre las almohadas.
Y en torno de los cuerpos elevar�
la sábana su intensa enredadera nocturna,
perfumada.
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Ser� la garra suave.
Dejadme la esperanza.
Pintada, no vacía:
pintada está mi casa.

Bandiera Rossa


https://youtu.be/IxurdoPFMCI

Tributo a Lenin

lunes, 17 de septiembre de 2007

Discurso de Lenin

Vladimir Ilich Lenin
ACERCA DE ALGUNAS
PARTICULARIDADES DEL
DESARROLLO HISTÓRICO
DEL MARXISMO

Nuestra doctrina -- dijo Engels en su nombre y en el de su ilustre amigo -- no es un dogma, sino una guía para la acción [248]. Esta tesis clásica subraya con notable vigor y fuerza de expresión un aspecto del marxismo que se pierde de vista con mucha frecuencia. Y al perderlo de vista, hacemos del marxismo algo unilateral, deforme, muerta, le arrancamos su alma viva, socavamos sus bases teóricas cardinales: la dialéctica, la doctrina del desarrollo histórico multilateral y pleno de contradicciones; quebrantamos su ligazón con las tareas prácticas determinadas de la época, que pueden cambiar con cada nuevo viraje de la historia.

Y precisamente en nuestros tiempos, entre quienes se interesan por los destinos del marxismo en Rusia se encuentran muy a menudo gentes que pierden de vista justamente ese aspecto del marxismo. Ahora bien, todos ven han modificado con rapidez y fuerza extraordinarias la situación, la situación política y social, que es lo que determina de manera directa e inmediata las condiciones de la acción y, por consiguiente, las tareas de la acción. No me refiero, claro, a las tareas generales y fundamentales, que no cambian con los virajes de la historia si no cambia la correlación fundamental entre las clases. Es de una evidencia absoluta que esa tendencia general de la evolución económica (y no sólo económica) de Rusia no ha cambiado, supongamos, en estos seis años últimos, como no ha cambiado la correlación fundamental entre las distintas clases de la sociedad rusa.

Pero las tareas de la acción inmediata y directa han experimentado en este período un cambio muy profundo, por cuanto ha cambiado la situación política y social concreta; por consiguiente, también en el marxismo, como doctrina viva, no podían por menos de pasar a primer plano diversos aspectos suyos.

Para aclarar esta idea, observemos cuáles han sido los cambios concretos de la situación política y social en los últimos seis años. Ante nosotros se destacan en seguida los dos trienios en que se divide este período: uno, que termina hacia el verano de 1907; el otro, en el verano de 1910. El primer trienio se distingue, desde el punto de vista puramente teórico, por rápidos cambios en los rasgos fundamentales del régimen político de Rusia, con la particularidad de que la marcha de estos cambios fue muy desigual, la amplitud de las oscilaciones fue en ambos lados muy grande. La base económica y social de estos cambios de la "superestructura" fue la acción de todas las clases de la sociedad rusa en los terrenos más diversos (actividad en la Duma y fuera de la Duma, prensa, asociaciones, reuniones, etc.), una acción tan abierta, imponente y masiva como pocas veces registra la historia.

Por el contrario, el segundo trienio se distingue -- repetimos que esta vez nos limitamos al punto de vista puramente teórico, "sociológico" -- por una evolución tan lenta, que casi equivale al estancamiento. Ningún cambio más o menos apreciable en el régimen político. Ninguna o casi ninguna acción abierta y amplia de las clases en la mayoría de los "campos" en que durante el período precedente se desarrollaron esas acciones.

La semejanza de ambos períodos reside en que la evolución de Rusia ha sido en el curso del uno y del otro, como lo era anteriormente, una evolución capitalista. La contradicción que representa dicha evolución económica y la existencia de numerosas instituciones feudales, medievales, no desapareció, seguía en pie sin atenuarse, más bien, agudizada por la inyección parcial de cierto contenido burgués a unas u otras instituciones.

La diferencia entre ambos períodos reside en que, durante el primero, en el proscenio de la acción histórica figuraba el problema de cuál iba a ser el resultado de los cambios rápidos y desiguales de que antes hablábamos. El contenido de esos cambios, en virtud del carácter capitalista de la evolución de Rusia, había de ser, necesariamente, burgués. Pero hay burguesía y burguesía. La burguesía media y grande, situada en una posición de un liberalismo más o menos moderado, temía, por su propia posición de clase, los cambios bruscos y trataba de conservar restos considerables de las viejas instituciones, tanto en el régimen agrario como en la "superestructura" política. La pequeña burguesía rural, entrelazada con el campesinado que vive "del trabajo de sus manos", debía aspirar forzosamente a otro género de transformaciones burguesas, en las que quedase mucho menos sitio a las supervivencias medievales. Los obreros asalariados, en tanto mantenían conscientemente una actitud ante lo que ocurría a su alrededor, no podían por menos de adoptar una posición definida respecto a este choque de dos tendencias distintas, que, enmarcadas ambas en el régimen burgués, determinaban formas totalmente distintas de dicho régimen, una rapidez totalmente distinta en su desarrollo y una amplitud distinta de la esfera de sus influencias progresivas.

Así, pues, la época del trienio pasado destacó a un primer plano en el marxismo no por casualidad, sino necesariamente, las cuestiones que se suelen llamar cuestiones de táctica. No hay nada más erróneo que la opinión de que las discusiones y divergencias en torno de ellas eran polémicas "de intelectuales", una "lucha por la influencia sobre el proletariado no maduro", que expresaban la "adaptación de los intelectuales al proletariado", como piensan los de Veji de toda laya. Al contrario, precisamente porque esta clase había adquirido madurez, no pudo ver con indiferencia el choque de las dos tendencias distintas de todo el desarrollo burgués de Rusia, y los ideólogos de esta clase no pudieron por menos de exponer las fórmulas teóricas correspondientes (de manera directa o indirecta, como reflejo directo o inverso) a estas tendencias distintas.

En el segundo trienio, el choque de las tendencias distintas del desarrollo burgués de Rusia no figuraba a la orden del día, ya que ambas fueron aplastadas por los ultrarreaccionarios, llevadas atrás, empujadas hacia adentro, acalladas durante cierto tiempo. Los ultrarreaccionarios medievales no sólo han invadido por completo el proscenio, sino que han llenado los corazones de las más amplias capas de la sociedad burguesa de los sentimientos propagados por los de Veji, de un espíritu de abatimiento, de defección. Subió a flote no el choque de los dos métodos de transformación de lo viejo, sino la pérdida de la fe en toda transformación, el espíritu de "sumisión", de "arrepentimiento", la pasión por las doctrinas antisociales, la moda del misticismo, etc.

Y este cambio sorprendentemente brusco no obedece a la casualidad ni es resultado de la sola presión "exterior". La época anterior había agitado tan profundamente a capas de la población apartadas de las cuestiones políticas, ajenas a ellas durante generaciones enteras, durante siglos, que se hizo natural e inevitable la "revisión de todos los valores", el nuevo estudio de los problemas fundamentales, el nuevo interés por la teoría, por su abecé, por su estudio desde las primeras nociones. Millones de seres, despertados de pronto de un largo sueño, colocados de súbito ante problemas importantísimos, no podían mantenerse mucho tiempo a esa altura, no podían avanzar sin interrupciones, sin retornar a las cuestiones elementales, sin una nueva preparación que les ayudara a "digerir" las enseñanzas, sin precedente por su valor, y a poner a una masa incomparablemente más amplia en condiciones de avanzar de nuevo, pero ya de un modo mucho más seguro, mas consciente, con mayor confianza y con mayor consecuencia.

La dialéctica del desarrollo histórico ha sido tal, que en el primer período estaba a la orden del día la realización de transformaciones inmediatas en todos los aspectos de la vida del país, y, en el segundo, el estudio de la experiencia adquirida, su asimilación por capas más amplias, su penetración, si se puede expresar así, en el subsuelo, en las filas atrasadas de las diferentes clases.

Precisamente porque el marxismo no es un dogma muerto, no es una doctrina acabada, terminada, inmutable, sino una guía viva para la acción, no podía por menos de reflejar en sí el cambio asombrosamente brusco de las condiciones de la vida social. El reflejo de ese cambio ha sido una profunda disgregación, la dispersión, vacilaciones de todo género, en una palabra, una crisis interna sumamente grave del marxismo. La resistencia decidida a esa disgregación, la lucha resuelta y tenaz en pro de los fundamentos del marxismo se ha puesto de nuevo a la orden del día. Capas extraordinariamente amplias de las clases que no pueden prescindir del marxismo al formular sus tareas, lo habían asimilado en la época precedente de un modo extremadamente unilateral, deforme, aprendiéndose de memoria unas u otras "consignas", unas u otras soluciones a los problemas tácticos y sin comprender los criterios marxistas que permiten valorar esas soluciones. La "revisión de todos los valores" en las diversas esferas de la vida social ha conducido a la "revisión" de los fundamentos filosóficos más abstractos y generales del marxismo. La influencia de la filosofía burguesa en sus más diversos matices idealistas se deja sentir entre los marxistas en forma de epidemia machista. La repetición de "consignas" aprendidas de memoria, pero no comprendidas ni meditadas, ha conducido a una amplia difusión de la fraseología huera, concretada de hecho en tendencias que no tienen nada de marxistas, en tendencias pequeñoburguesas como el "otzovismo"[249] abierto o tímido, o como el reconocimiento del "otzovismo" en calidad de "matiz legítimo" del marxismo.

Por otra parte, el espíritu de los de Veji, el espiritu de defección, que abarcaba a las más amplias capas de la burguesía, ha penetrado también en la tendencia que trata de encuadrar la teoría y la labor práctica marxistas en el cauce de "la moderación y la escrupulosidad". Del marxismo no queda ya más que la fraseología con que se revisten esas consideraciones acerca de la "jerarquía", la "hegemonía", etc., impregnadas por completo de espíritu liberal.

Este artículo no tiene como propósito analizar esos razonamientos. Basta con mencionarlas para ilustrar la profundidad de la crisis por que atraviesa el marxismo, de que antes hablábamos, y su relación con toda la situación económica y social del período por el que atravesamos. No es posible sustraerse a los problemas que esta crisis plantea. No hay nada más nocivo, más falto de principios que tratar de eludirlos valiéndose de frases. No hay nada más importante que la cohesión de todos los marxistas conscientes de la profundidad de la crisis y de la necesidad de combatirla para salvaguardar los fundamentos teóricos del marxismo y sus tesis básicas, desfiguradas desde los lados más opuestos al extenderse la influencia burguesa entre los diversos "compañeros de ruta" del marxismo.

El trienio precedente ha elevado a la participación consciente en la vida social a capas tan amplias, que son muchos los que, por vez primera, empiezan ahora a conocer debidamente el marxismo. La prensa burguesa fomenta en este sentido mucho más que antes los errores y los difunde mucho más ampliamente. La disgregación en el marxismo es particularmente peligrosa en estas condiciones. Por eso, comprender los motivos que hacen inevitable esa disgregación en los tiempos que atravesamos y aglutinarnos para combatirla consecuentemente, es, para los marxistas, en el sentido más directo y exacto de la palabra, la tarea de la época.

NOTAS

[248] Véase la carta de F. Engels a F. Sorge del 29 de noviembre de 1886. [pág. 321]

[[249]] 0tzovismo: se trata de una corriente oportunista surgida entre los bolcheviques (Bogdánov, Pokrovski, Lunacharski, Bubnov y otros), después de la derrota de la revolución de 1905-1907. Los otzovistas luchaban contra la utilización de las formas legales de lucha, exigian la retirada de los diputados socialdemócratas de la III Duma de Estado, y renunciaban al trabajo en las organizaciones legales. El otzovismo fue la directa continuación del boicotismo -- corriente oportunista dentro del bolchevismo en 1907, encabezado por Bogdánov y Kamenev. Organizando un grupo independiente en 1908, los otzovistas combatían a Lenin; se negaban resueltamente a participar en la Duma, en los sindicatos, cooperativas, así como en otras organizaciones masivas legales o semilegales, y consideraban necesario concentrar todo el trabajo en la organización ilegal. Bajo el rótulo de las palabras "revolucionarias", los otzovistas practicaban en realidad la línea del liquidacionismo. Su política llevaba al partido a divorciarse de las masas sin partido, a que se trasformara en una organización incapaz de realizar una lucha legal sufriendo así ataques de los reaccionarios. Lenin calificó a los otzovistas de "liquidacionistas de nuevo tipo" y de "mencheviques disfrazados". [pág. 326 ]

lunes, 10 de septiembre de 2007

Homenaje a Salvador Allende

Así como Neruda nos legara su poema "Entre Morir y No Morir" que musicalisado por el compositor chileno, ya fallecido Sergio Ortega



Allende también opto entre morir o traiccionar sus ideales

A 34 años del Asesinato Compañero Presidente



A 34 años del Asesinato de nuestro Presidente Salvador Allende Gossens, aquí estan sus últimas palabras


Última alocución de Salvador Allende en "Radio Magallanes".

Seguramente esta es la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes. La Fuerza Aérea ha bombardeado las torres de Radio Portales y Radio Corporación.

Mis palabras no tienen amargura, sino decepción, y serán ellas el castigo moral para los que han traicionado el juramento que hicieron... soldados de Chile, comandantes en jefe titulares, el almirante Merino que se ha auto designado, más el señor Mendoza, general rastrero... que sólo ayer manifestara su fidelidad y lealtad al gobierno, también se ha nominado director general de Carabineros.

Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.

Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen... ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.

Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección. El capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara Schneider y que reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.

Me dirijo sobre todo, a la modesta mujer de nuestra tierra, a la campesina que creyó en nosotros; a la obrera que trabajó más, a la madre que supo de nuestra preocupación por los niños. Me dirijo a los profesionales de la patria, a los profesionales patriotas, a los que hace días estuvieron trabajando contra la sedición auspiciada por los Colegios profesionales, colegios de clase para defender también las ventajas que una sociedad capitalista da a unos pocos. Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron, entregaron su alegría y su espíritu de lucha. Me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos... porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando los puentes, cortando la línea férrea, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder: estaban comprometidos. La historia los juzgará.

Seguramente Radio Magallanes será acallada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes. No importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Por lo menos, mi recuerdo será el de un hombre digno que fue leal a la lealtad de los trabajadores.

El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse.

Trabajadores de mi patria: Tengo fe en Chile y su destino. Superarán otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición, pretende imponerse. Sigan ustedes, sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras y tengo la certeza, de que mi sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una lección moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.